My tears are like the quiet drift of petals from some magic rose and all my grief flows from the rift of unremembered skies and snows. I think that if I touched the earth, it would crumble; It is so sad and beautiful, so tremulously like a dream ....(Dylan Thomas)

Saturday, February 25, 2006

Apuntes sobre mi poética. Primera aproximación.

Dado que este es MI blog, me permitiré, en un (no sé si tan) inédito arranque de narcisismo, el intento de explicar someramente mi visión de poesía.

Lo primero es, obviamente, definir un concepto de “poesía” y de “poeta”. Labor titánica: nunca he sabido de alguien a quien se le haya otorgado unánimemente (ni siquiera de manera temporal) la razón. Lo más simple sería definir “poesía” según el Diccionario de la Real Academia Española.:

Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, escrito en verso o en prosa.

Con todo el respeto que me merecen los señores académicos, creo que dicha definición se queda corta. No pretendo en estas pobres e ignorantes líneas llevar a cabo una tarea que ni los más renombrados maestros han logrado, así que diremos entonces que “poesía” es el oficio que consiste en tomar palabras y ordenarlas (o fragmentarlas) de un modo adecuado para que el lector (1) pueda percibir algún mensaje. Y “poeta” será quien ejerce dicho oficio.

Insisto en que lo que sigue es mi idea de escribir. O, dicho de otro modo, es una declaración de cómo YO lo hago.


La materia prima

Creo en eso que llaman “inspiración”. Claro que sí. Pero no creo que sea cosa de sentarse a esperarla. “La inspiración es hermana del trabajo diario” nos dice Baudelaire (2) . Mi impresión es que resulta ser consecuencia de un estado proclive a tenerla. Actitud hacia el objeto poético: alerta, pues en cualquier momento ese objeto pasa frente a nuestras narices: la conversación propia con un amigo o aquella oída en un ascensor; la vieja del asiento de más adelante en el metro, un perro meando el grifo de la esquina, la chica que vimos pasar, el cañazo del día siguiente a una tranca memorable... ¡hay tantos ejemplos!. Hacer poesía no es sinónimo de mariposas en el estómago o lágrimas por la amada que no está. La temática viene después, pero aquí recogeremos los conceptos básicos: tristeza, alegría, rabia, dolor, etc.

Captar lo que llama la atención, lo que hace enojar, que sobrecoge o hace reír. En mi trabajo con palabras llevo mi libreta a mano casi siempre, como si fuera una cámara fotográfica, que me permite tomar instantáneas de lo que veo durante el día o la noche. He llegado incluso a dejar la libreta junto a mi cama, por si despierto recordando un sueño lograr anotarlo antes de que se olvide. No son poemas o versos lo que queda en esas hojas, sino apenas un enjambre de ideas sueltas, frases, palabras, onomatopeyas. El poema viene después.


Conceptualizar el poema.

Llega el momento en que, como un Zaratustra que decide bajar de la montaña, se siente la necesidad de vaciar nuevamente la copa (3). No es algo necesariamente programado, pero frecuentemente me sucede que me digo: “Quiero escribir sobre...” y mis apuntes comienzan a adquirir sentido. Pienso entonces: ¿un poema largo o corto? ¿con métrica? ¿rima?... y las respuestas brotan antes de comenzar a componer. Aquí viene lo fundamental: ¿Sobre qué escribir?. Temáticas hay muchas. Decía más arriba que no se trata sólo de amor. La amada es sólo un posible objeto poético, como puede serlo un amigo, un mueble, un animal, la descarga del WC, o la poesía misma. En esto último, pongo como ejemplo a Enrique Lihn, de quien podría decirse que casi toda su obra es un continuo pensarse a sí misma (4) .

Generalmente el objeto, en ciertas condiciones, sugiere una melodía. Me resulta especialmente difícil de explicar eso, porque los sonidos quedan dentro de la cabeza y sé desde un principio cómo quiero que “suene” mi poema. Eso que llaman el “ritmo”. Así van cayendo las palabras una a una sobre el papel (siempre en esta etapa lo prefiero a un frío teclado).

Trabajo

Echaré mano a lo de “pastelero a tus pasteles”. Soy ingeniero, por más que lo quiera negar. Carezco casi absolutamente de formación “formal” (valga la redundancia) en el área de las letras. Mi apreciación sobre el concepto de “ritmo” (dado, según he leído, por sílabas, medida y prosodia) se limita a un intuitivo “suena bien” o “suena mal”. Si un verso suena mal, no hay caso. Y ante la disyuntiva entre fondo y sonido, no dudo en privilegiar este último.

Jugar con sílabas, con su ubicación espacial en el papel (el efecto visual es también un elemento interesante), fragmentos, citas literarias de contrabando para que el lector perspicaz descubra y un largo etcétera, forman parte del trabajo del poema. Todo está permitido. Todo lo que pueda sorprender o provocar al lector. Porque, finalmente, por más que se niegue todo esto se hace pensando en él.

La lectura en voz alta, sin entonación ni acento particular y con marcada pausa entre versos resulta de mucha ayuda para detectar ripios que se deben corregir. Aquí todo vale: el uso del diccionario o la enciclopedia es fundamental, como puede serlo también escribir con música de fondo. Pocas veces (justificadas) me permito una asonancia al escribir en verso libre; y si uso rima, por lo general ésta es consonante y sujeta a la medida de los versos (los sonetos son un buen modo de ejercitar el oficio).

Sólo entonces, cuando ya me convence el contenido, la forma y el ritmo de un poema, doy éste por terminado. Incluso a veces lo hago reposar unos días para retomarlo y volver a revisar.


Lecturas

Un último punto transversal a los anteriores es la lectura. Tanto de prosa como de verso, es lo que nutre. A partir de ello se genera lo que se llama “influencias”, que en la etapa de aprendiz en que me encuentro, muchas veces no es sino copiar descaradamente el estilo de los últimos autores que he descubierto. Pero eso se va atenuando con el tiempo, creo. En cualquier caso, nadie puede pretender escribir sin leer periódicamente. Sería casi un contrasentido.

De mis “influencias”, podría declarar a un grupo no menor de escritores que me han dejado más de una idea metida en la cabeza. Comenzaría por Huidobro, pues la lectura de su “Altazor” fue lo que me motivó a escribir más o menos en serio. Luego a los beat norteamericanos, en especial Kerouac, Ginsberg y Ferlinghetti. Dylan Thomas también fue lectura de cabecera por algún tiempo. De los hispanoparlantes, Quevedo, N. Parra, J. Teillier, E. Lihn, R. Dalton y O. Hahn son quienes aparecen sin querer entre líneas. Más de uno se debe revolver en su tumba (los vivos aún no). Agregaría también a Andrés Anwandter y Germán Carrasco (chilenos, menores que yo), cuya lectura me ha abierto los ojos en varios sentidos.

La poesía, a mi entender, tras cinco milenios de lenguaje escrito, debe sorprender para ser considerada tal. Provocar. Valerse de lo que sea para hacer que el lector sienta algo: rabia, asco, cosquillas, dolor de cabeza, picazón en los testículos, qué sé yo… cualquier cosa. Trascender el papel / pantalla y lograr su manifestación física (“Y el verbo se hizo carne” (5) ).

Hasta aquí, por ahora, mis torpes reflexiones como una primera aproximación. Ya veremos qué más sale. O tal vez cambie de opinión, pues esto es un asunto en permanente cambio y movimiento. Y, siendo franco, no creo en panaceas ni piedras filosofales.

En fin: ojalá que a alguien le interese.



Notas

(1)Asunto de semántica. “Lector” puede ser perfectamente un oyente, en el caso de que el discurso sea oral. Vale decir, “Lector” es quien lee o escucha. O más genérico aún, quien toma contacto con la obra mediante uno o más de sus sentidos.

(2) Baudelaire, Charles. “Consejos a los jóvenes literatos”. Publicado originalmente en “L’Espirit public”, en abril de 1846.

(3) En Nietzsche, F. “Así habló Zaratustra”, el profeta, dirigiéndose al sol dice: “¡Mira esta copa que está ansiosa por vaciarse nuevamente!”.

(4) Hay varios poemas clave en la obra de Lihn. Destaco ese magnífico “Si se ha de escribir correctamente poesía”; “La musiquilla de las pobres esferas”; “Mester de juglaría” y el célebre “Porque escribí”

(5) Jn 1:14.

Thursday, February 23, 2006

Ya!!!... OK. Está bien.

No sé para qué reniego de éste, si siempre lo terminan pidiendo.

Lo reconozco, además : me gusta este poema. No mucho, pero me gusta.





TODOS ÍBAMOS A SER JIM MORRISON

Todos íbamos a ser Jim Morrison
para soñar con reptiles despechados
y nadar en mares de Jack Daniel’s.

Todos íbamos a ser el rey Lagarto coronado
con escarapelas de cirrosis
y aullar a toda amígdala “This is the end”
hasta acabar en una tina de baño en algún lugar de Francia
sonriendo lejos de los focos
como un Levi’s gastado una lápida un muñeco de trapo.

Pero las mejores mentes de mi generación
teníamos otros planes.
Hoy somos reyes de ínsulas paupérrimas
a medio estrangular por una corbata.
Soberanos de la vuelta de la esquina. De vez en cuando
suena “Love me two times” en el Wurlitzer enrostrándonos
aquel tiempo primordial
en que íbamos a ser Jim Morrison.


Bonus track: lo pueden escuchar musicalizado y leído por una voz ajena en:

Sonido

(Gracias DepecheMade!!!)

Monday, February 20, 2006

Tarde de enero. 32ºC y escucho a The Clash

Reverberan fermentos, hierven
cartílagos, según decíamos la otra noche
Pero aquí la cosa no fluye
tan simple: el aire lánguido
penetrando dobleces - origami de hormigón -
no tiene fecha de vencimiento

Pienso por ejemplo en qué hacía
mientras ese tipo estaba hecho pebre en la acera
junto a un edificio que más parecía tótem
o en las brevas que se pudren en el suelo del vecino

Y viene esa angustia esa asfixia esa vaina
como hediondez a veces soportable
-bofetadas de un sol bastardo-:
triste refracción de un beso
que adorna la memoria, o casi nada.



32c.wav
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(Sonido: Cortesía de Aniuxita... la hormiga más bella que conozco).

Friday, February 17, 2006

Poems, everybody...

No recuerdo bien qué decía mi primer poema. De lo que estoy seguro es que era una porquería. Un adefesio. Triste amalgama de rimas asonantes y ripio que ni siquiera olía bien. Pese a todo (“en el país de los ciegos...”), fue publicado en el diario mural de la dirección del colegio y desde aquel día mi profesora de castellano (una señora gorda con cara de tomate cuyo nombre no recuerdo, pero sí su sonrisa llena de sorna) me llamaba “Señor poeta” delante de todo el curso, provocando la hilaridad y burlas de mis compañeros. La palabra me parecía extraña. En esos años, “poeta” era casi sinónimo de “comunista”, palabra que a su vez , en cualquier colegio del barrio alto era casi sinónimo de “basura”.

No sé si me creí el cuento, pero el asunto es que me dio por escribir otros mamarrachos mal llamados poemas, varios de los cuales escondía entre las hojas de mis cuadernos. Así pasó el día del carabinero, el de la madre, las fiestas patrias y otras fechas en que, por uno u otro motivo, accedí a escribir sendos versos que me reportaron excelentes notas. ¿Lo malo? El mote impuesto por la profesora se hizo popular y pasaron a ser usuales también las mofas de todos mis compañeros. Incluso de la Marcelita, la chica de trenzas que por esos días acaparaba mis suspiros. Un buen día, tras casi todo un año de juntar fuerzas, me acerqué a ella a la salida y le entregué un sobre que contenía el poema más cursi que haya existido, pero que a mis ojos era toda una obra maestra (tardé varios días en escribirlo). Confiaba en que luego de leerlo se enamoraría mágicamente de mí, como si más que de unas cuantas líneas estúpidas se tratase de un conjuro, o algo por el estilo.

Terrible error. Al día siguiente mis versos circulaban por toda la sala y si antes había tenido que soportar bromas, esta vez las carcajadas que caían sobre mí lograron arrancarme las más amargas lágrimas que puedo recordar. Entre todo el despelote incluso le partí la nariz a mi compañero de banco, lo que motivó una suspensión de una semana.

Por mucho tiempo me negué a sentarme frente a un papel en blanco. De la profesora nunca más supe, pues mis padres me matricularon al año siguiente en otro colegio. La chica de trenzas se cortó el cabello, y –dulcísima venganza – estaría bajo mi cuerpo unos cuantos años más tarde, víctima de uno de mis poemas.

Monday, February 13, 2006

Nemo es de los nuestros!!


Clown Anemonefish
(Amphiprion Percula)
¿Y por qué creían que lo buscaban tanto?
Andaba carreteando por aquí arriba.

Sunday, February 12, 2006

Poemas

CURLY

¿Cuál era tu nombre, si alguna vez lo tuviste,
payaso de gran barriga,
cabeza calva y piel desolada?

Tus ojos siempre fueron blanco perfecto
para los dedos de tus hermanos
¿O eran sólo compañeros?

¿Qué decía la firma que ponías en los contratos
una vez que la pantalla se oscurecía
y limpiabas de tu cara los restos de pastel?
¿Realmente ladrabas? ¿cuál era tu nombre
si alguna vez lo tuviste?



CERRO CORDILLERA


Con los labios llenos de pecado
dices adiós
Él lleva un ascensor en cada bolsillo
Y así seguirás saltando de un ocaso al siguiente
apagando el sol con tu control remoto

Mujer de mil atardeceres,
¿no ves que el cerro fluye bajo tus pies?


CUCURUCHO

Cuando mis palabras se acaben
y sólo se oiga el maldito tictac
tictactictac desde la cocina
como en un burdel a la hora de misa,

me sentaré en el jardín con estos papeles
a hacer cucuruchos

Mientras tanto, hablo en voz baja
para no gastarlas

(Si no se escucha, lea los subtítulos)

Wednesday, February 08, 2006

Tomado al azar del diario de viaje de este payaso


23/01/2006

La “Pasta pronta” puede ser deliciosa, reponedora, agradable, e incluso hasta nutritiva (esto último lo dudo, en todo caso). Pero jamás será “PRONTA”. Inicio mi relato del día con esto, para recordar no incluir esos dichosos sobres en mi mochila la próxima vez.

Ayer me contaron dos mentiras: 1) El camino a Hueinahue es fácil y no requiere más de 1 ½ hora. 2) La pesca en el río Hueinahue es excelente. Ambas me las creí.

Esta mañana me levanté como a las 7:30 (la hora es aproximada. Hace días que no veo un reloj). Hice fuego con las brasas restantes de anoche, me preparé un café y comí un sándwich preparado con la comida que me regaló ayer una simpática familia valdiviana de vacaciones que conocí. Esto de viajar solo tiene ventajas. Es raro, pero la gente como que siente lástima por uno y trata de ayudarte de cualquier modo.

Luego preparé una mochila “liviana” (ja!... liviana: wadder, caña, moscas y carretes, más algo de abrigo y una linterna por si acaso) y salí rumbo al paraíso prometido. Tardé más de dos horas y media sólo en llegar al caserío, y una hora y media más en alcanzar un buen lugar para la pesca. Fue eterno, pero la recompensa que me esperaba al final bien valió el esfuerzo: un escenario maravilloso, casi virgen, lleno de tonalidades y caídas de agua de ensueño.

Cansado por la caminata, pero ansioso por conocer la abundante población de truchas que según me habían contado residía en el río, decidí instalarme en la cabeza de un gran pozón al final de unos rápidos (riffles). Tras una somera inspección de su estructura (el río corre en este punto con una gran profundidad, quizás seis metros o más), opté por una línea de hundimiento rápido, leader y tippet 2x , y una Woolly Bugger color verde oliva, seguro del éxito, pues es quizás la mosca más útil en zonas parecidas, según mi experiencia. Tras varios (muchos, tal vez 20) lanzamientos, CERO PICADA. “No puede ser”. Cambié a una WB negra: nada. Zonkers y streamers parecidos: Nada.

Revisé desesperado mi caja de moscas intentando adivinar qué demonios podía ser del gusto de las “innumerables” (comenzaba a dudarlo) habitantes del Hueinahue. Por algún motivo que no logro explicarme, escogí una mosca horrible, creación de mi buen amigo Rodolfo: Un monigote de Marabou color violeta, con dos enormes ojos metálicos y patas de goma asimétricas; un verdadero asco para cualquier atador experimentado o purista, lejanamente parecida a unas bellas imitaciones de ninfas de odonatos que vi una vez en una página especializada.

Como casi siempre sucede en estos relatos con esa mosca a la que menos fe se le tiene, al primer lanzamiento tuve como respuesta una picada franca que logré clavar a tiempo. Tras algunos minutos de lucha que se hicieron bastante largos (pensé en algún momento que tenía algo muy grande, de dos kg o más), una sorprendentemente vigorosa arcoiris de alrededor de 1 kg (quizás menos) llegó a la orilla, y debió ser devuelta sin la fotografía de rigor (desventajas de estar solo: mi mochila con la cámara estaba a varios metros). Pensé por un momento en hacer de ella mi almuerzo, pero un adversario así de tenaz seguramente será un gran reproductor.

El resto de la tarde (sí, ya el sol estaba muy arriba) fue sin novedad. Apenas un par de piques sin poder enganchar. Recorrí el río hasta su desembocadura, sin lograr otras capturas. Luego, encontré una casa donde vendían provisiones, donde encontré una Coca Cola (nada Light, por estas latitudes) y algo para almorzar, además de algo para mis fieles guías, dos perros que se me plegaron en Maqueo cuando salía, a quienes bauticé “Negro” y “Otro”. Los tres nos tumbamos a comer algo y descansar (creo que dormí una pequeña siesta a orillas del lago), para preparar la vuelta. El camino se me hizo especialmente duro al principio, con largas subidas y cortísimas bajadas. Creo que esas eternas subidas habían sido en la mañana unas agradables bajadas. Cuestión de perspectiva, se podría decir. Finalmente, tras otras casi tres horas de caminata, llegamos estando ya bastante oscuro (el “por si acaso” de la linterna fue profético).

El Negro y el Otro duermen ahora junto a mi carpa. Estoy extenuado escribiendo casi por inercia, mientras espero revolviendo “de vez en cuando” como dice el sobre, que esté por fin lista mi “Pasta pronta”, aunque de “pronta” no tiene nada.

Tuesday, February 07, 2006

Sucesión (fábula recursiva sobre conejos y margaritas)


Fibonacci
palidece
ante la
sorprendente multiplicación de
conejos que devoran margaritas dormidas
y seguramente lo harán hasta extinguir dicha especie
(dicen que la próxima era histórica será el reino de los conejos blancos).
Y serán 21,
34,
55...